viernes, 22 de febrero de 2013

Estado

El estado meditativo no hay ni pasado ni futuro, sino solamente la conciencia de YO SOY en el eterno AHORA. Esto sólo se hace posible cuando todas las modificaciones mentales se han apaciguado y la mente se ha diluido.

El estado más análogo que podemos experimentar es el sueño profundo, en el cual no hay tiempo ni espacio. La meditación, sin embargo, difiere del sueño profundo porque ocasiona profundos cambios en la psique. Refrenando y apaciguando las oscilaciones de la mente se alcanza la paz mental.

En el plano físico, la meditación ayuda a prolongar el proceso anabólico del cuerpo o de crecimiento y restitución, y a reducir el proceso catabólico o de decadencia. Generalmente, el proceso anabólico predomina hasta los dieciocho años. Desde los dieciocho a los treinta y cinco hay un equilibrio entre ambos, y después de los treinta y cinco años se establece el proceso catabólico. La meditación puede reducir considerablemente la decadencia catabólica. Ocurre así por la innata receptividad de las células del cuerpo.

Cada una de las células de nuestro cuerpo es gobernada por la mente instintiva o subconsciente. Poseen, a la vez, una conciencia individual y colectiva. Cuando fluyen al cuerpo los pensamientos y deseos, las células se activan y obedecen siempre la orden en grupo. Se ha probado científicamente que los pensamientos positivos tienen resultados positivos en las células. Por tanto, puesto que la meditación mantiene un estado de mente positivo prolongadamente, rejuvenece las células del cuerpo y retrasa la decadencia de éste.

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